martes, enero 11, 2005

HABLA LAURA

Esto que van a leer está sacado de un libro, llamado "El libro del fantasma". El autor, estuvo enamorado de una señorita cuyo nombre es Laura, de hecho, le hizo una opereta llamada "Lo que me costó el amor de Laura". Lo pongo hoy porque me gusta, y porque ( si bien su nombre es otro), yo también tengo una "Laura" en mi vida.
Lamentablemente este escrito, es decir las palabras que él pone en boca de Laura, son bastante similares a las que me toca oir en boca de esa dama. Que lo disfruten.


Habla Laura



Yo que sostuve la agitada trama

Del verso escrito al borde del abismo,

Siempre volví la espalda al cataclismo.

Yo soy la que no está. La que no te ama.

Yo que alumbré con pertinaz ausencia

Tu visión de poeta endemoniado

Respondí a cada agónico llamado

Con la misma estelar indiferencia.

Soy Hidra que venció, fiera salvaje

Que al héroe despedaza y atormenta

Pero recibe a cambio un beso tierno.

Te pregunto: ¿no es cruel el homenaje?

¿No esconde acaso la mayor afrenta?

Muchas puertas, mi amor, dan al infierno.

jueves, enero 06, 2005

LAS 10 IDIOTECES MAS ILUSTRES DE LA DECADA

Esto que van a leer no es de mi autoría, sino que su autor es Alejandro Doalina. Salió publicado hace muchos años atrás en la revista Humo®. Lo únco que hice fue cambiar el nombre de Mastrángelo( un árbitro de fútbol de la época), por el de Baldassi( un árbitro actual). Que lo disfruten.



No hay nada más difícil en estos tiempos que encontrar a un señor
dispuesto a admitir su ignorancia. Todo el mundo cree que es
obligación el tener opinión formada sobre cada uno de los aspectos del
universo. Por eso no es raro encontrar en cada pizzería muchachones
que -entre porción y porción- cuestionan las teorías de Darwin con la
misma autoridad con que podrían juzgar las últimas actuaciones de
Baldassi. Cualquiera opina sobre cualquier cosa. Todos son
entendidos.
Y si alguien comienza su discurso con un humilde "Yo de esto no
entiendo nada", no tardará en agregar un "pero" para luego despacharse
con el muestrario completo de sus ideas sobre la inmortalidad del
cangrejo. Uno se pregunta entonces, ¿cómo se hace para abarcar tanto?
¿Cómo se consiguen opiniones tan surtidas?
Hay dos procedimientos. El primero consiste en dedicar treinta o
cuarenta años a la tarea de adquirir sabiduría. Los resultados de este
método son, hay que reconocerlo, inciertos. El segundo procedimiento
es repetir lo que uno escucha por ahí. De este modo cualquiera puede
adueñarse de los pensamientos que más le gusten, sin tomarse el
trabajo de pensar, que es lo que mata. El mundo moderno -ya se sabe-
pone a nuestra disposición una amplísima gama de opiniones sueltas.
Están en los diarios. Se repiten por radio. Florecen en las charlas de
café. Y uno puede elegir la que quiera y repetirla como propia. Aquí
conviene detenerse un instante. Es evidente que en el inmenso stock
que mencionábamos hay de todo. Desde verdades irrefutables hasta
estupideces monumentales. Pero a la hora de elegir, la gente se decide
por los juicios más llamativos y detonantes. Y la verdad suele ser
austera y sencillita. Todo esto, la costumbre de repetir lo que se
oye, el ansia de sorprender y la pereza mental, han cimentado el éxito
y la consagración de un sinnúmero de disparates que andan de boca en
boca, como si fueran la flor del pensamiento moderno. Estas pavadas
son ya lugares comunes. Pero sus propagandistas las recitan como si
acabaran de inventarlas. El propósito de este trabajo es presentar una
colección incompleta de idioteces prestigiosas e intentar una somera
refutación de cada una de ellas.



1. Ay, todo es política
Argumento que suelen usar los señores politizados cuando uno les
confiesa que la política no le interesa. Sus sostenedores explican que
todas las cosas se interaccionan y que hasta los hechos más baladíes
tienen su connotación política. Por ejemplo, comer un helado puede ser
un hecho político si se piensa que quienes no tengan el dinero para
comprarlo pueden sentirse víctimas de una injusticia. Este mismo
razonamiento puede servir también para demostrar que todo es zoología
o que todo es aritmética o que cualquier cosa es cualquier
cosa y viceversa. No hay que llevar la metáfora hasta sus últimas
consecuencias. Hay cosas que son política y otras que no lo son. Por
ejemplo, el tango "El taita del arrabal" no es política.


2. Ay, todo es psíquico
Proposición que atribuye todos los males del cuerpo a los desórdenes
mentales que padecemos. ¿Le duele a uno la cabeza?: son los nervios.
¿Le pica a uno la nuca?: es la ansiedad. ¿Vomita uno como un cerdo?:
está somatizando.
Refutación: conozco centenares de personas de mente sana que sufren
dolores en los lugares más destacados del cuerpo humano. No es
necesario estar loco para apestarse.

3. Ay, en el fútbol ya no hay equipos chicos
Refutación: vaya a ver un partido entre All Boys y Platense en la
cancha de Argentinos Juniors y después me cuenta.

4. Ay, nadie es imprescindible
Frase que le sueltan a uno cada vez que abandona una empresa, un
trabajo o un cumpleaños. Parece significar que todas las personas son
la misma cosa y que cualquiera puede ocupar los lugares vacantes.
Refutación: siempre hay algo para lo cual solamente sirve una
determinada persona. Por ejemplo, para protagonizar el show de Frank
Sinatra, es indispensable Frank Sinatra.

5. Ah, el público es exitista. Cuando uno ganan lo aplauden y cuando
pierde lo silban
Y está muy bien. De lo contrario no existirían diferencias entre los
genios y los troncos. Peor sería que siempre aplaudieran. O que
siempre silbaran. O lo que es peor: que aplaudieran al que pierde y
silbaran al que gana.

6. Si de noche lloras por el sol, las lágrimas te impedirán ver las
estrellas.
Frase que han consagrado los posters y que se pronuncia contra el
llanto y la tristeza. Hace milenios, en Grecia, un pedante vio a Solón
llorar amargamente por su hijo muerto.
-¿Por qué lloras -le dijo- si de nada te servirá?
-Por eso -contestó Solón- porque de nada me servirá.
Hay que aprender a llorar y a comprender que la vida no es una
kermesse.

7. Gardel murió justo a tiempo
Opinión que parece reducir las virtudes gardelianas a una muerte
oportuna. La refutación corre por parte del propio Gardel en
cualquiera de sus discos.

8. Hay que tomar las derrotas con filosofía
Cuando uno oye esto, supone que después de perder al truco, es
necesario leer a Spinoza o meditar la posibilidad del conocimiento.
Sin embargo, lo que en realidad quiere decirse es que hay que
consolarse ante el infortunio. Con lo cual viene a descubrirse que
para algunas personas la filosofía es el consuelo. Yo pienso más bien
lo contrario.

9. Sobre gustos no hay nada escrito
Refrán lamentable que suelen utilizar los amantes del naranjín con
cerveza y las camisas con lentejuelas.
En realidad sobre gustos se ha escrito mucho. Y hasta hay escritores
que no han abordado jamás otro tema. Es cuestión de leer, nada más.

10. Hay que ser amigo de los hijos
Disparate que tiene su origen en un cierto verso del Martín Fierro,
cuya negligente lectura puede sugerir que un amigo es más que un
padre. En verdad cuesta trabajo imaginar a un señor que sale junto a
su hijo a tocar timbres y patear tachos de basura. Creo que lo mejor
es ejercer la alta dignidad de padre o de madre, con toda
la jerarquía que esto presupone. Los amigos pueden fallar. Los padres
no.

Hay más tonterías ilustres: "Yo tengo mi propio código moral". "El que
va al hipódromo por primera vez, gana". "Castillo con Tanturi cantaba
bien". "Los norteamericanos tiene un plato volador con los cadáveres
de sus tripulantes". "Los humoristas son gente triste".
Todas estas cosas se oyen mil veces por día. Es un buen momento para
empezar a combatirlas.
Para eso es necesario sacudir las telarañas de los sesos y pensar bien
lo que uno dice. Y cuando se da el frecuente caso de no tener nada que
decir, a callar. Que siempre es mejor visto un pajarón silencioso que
un vivo macaneando. Buen provecho.

miércoles, enero 05, 2005

LOS GARRONEROS DE LA CULTURA

Los cirujanos, los sacamuelas, los locutores, los periodistas y los actores
de teatro -que son, como se sabe, los espíritus rectores de la opinión
filosófica- han dicho miles de veces que la característica más notable de
nuestro tiempo es la velocidad. Algunas personas sensibles suelen quejarse
amargamente de este hecho, afirmando que nuestros galopes existenciales
levantan demasiada polvareda. No les falta razón a estos sofocados pensadores,
deseosos de resuello. Pero hay que decir en defensa de la velocidad, que hay
ocasiones en que no causa daño ninguno y hasta ayuda a hacer la vida un poco
mejor. Por ejemplo, no es malo que el subterráneo tarde 20 minutos entre
Chacarita y Leandro Alem, en vez de dos horas.
Tampoco es malo reducir las tardanzas de un avión que va a París. Y es mejor
curarse alguna peste en dos días que en un año.
La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa
que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien
conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de
una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero.
Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la
adquisición de conocimientos.
En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y
establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: haga el bachillerato en
seis meses, vuélvase perito mercantil en tres semanas, avívese de golpe en
cinco días, alcance el doctorado en diez minutos.
Muchas veces me he imaginado estos cursos bajo la forma de una película
filmada a cámara rápida, con alumnos atropellándose en los pasillos, permisos
para ir al baño denegados y capítulos de la historia groseramente mutilados.
Capítulo seis: los fenicios. Los fenicios eran un pueblo de mercaderes,
etcétera. Capítulo siete: Grecia. Los griegos inventaron la tragedia, las ca-
riátides, etcétera. Capítulo veinte: La Edad Contemporánea. La Edad Contemporá-
nea comienza con la Revolución Francesa y todavía sigue, etcétera.
Calculo que el asunto no será tan grave. Supongo que se tratará de conseguir
la máxima concentración mental por parte del alumno. Supongo también que no se
perderá tiempo en tonterías. De todos modos, no sé si esto es suficiente para
reducir el tiempo de un aprendizaje a la quinta parte. Quizá se supriman
algunos detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado siete años de mi vida
en la escuela primaria, cinco en el colegio secundario y cuatro en la
universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al
aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas, puedo decir que para
aprender las pocas destrezas que domino tuve que usar intensamente la
pensadora. Y no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí
me llevó decenios.
¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de
recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos
quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que
viene acompañando a los hombres desde hace milenios. A causa de este
sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para
levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el
próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas,
los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las señoritas livianas, los
concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las
licuadoras y en general, todo aquello que no ahorre la espera y nos permita
recibir mucho entregando poco.
Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que
quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas. O que
se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo
en el solfeo. O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen
muy extensos sus libros.
Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de
cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio. Quieren el prestigio y
la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio.
Quieren sorprender a sus amigos tocando "Desde el Alma" sin conocer la escala
de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber
abierto jamás un libro. Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y
sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos
acelerados de cualquier cosa. Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente.
Gane mucho vento sin esfuerzo ninguno.
No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando
poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo
tedioso y poco deseable. No señores: aprender es hermoso y lleva la vida
entera. El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en
cuanto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. "Nunca termina uno de
aprender" reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es
cierto.

Los cursos que no se dictan
---------------------------
Aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son
de aprendizaje grato. Y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay
cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He
conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas
de poca monta (es un decir). Y he visto a muchos doctos varones darse a la
bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari.
Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. Olvide hoy, pague mañana.
Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el
alma de la buena gente.
Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan
largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor
soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone.
Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios
insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.
Hay -además- cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo
de los siglos. Tal es el caso de los sistemas para enseñar lo que es bueno, a
respetar, quién es uno, etcétera. Todos estos cursos comienzan con la frase "Yo
te voy a enseñar" y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y
terminantes.

Elogio de la ignorancia
-----------------------
Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo
de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos
que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen
derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo
para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba.
Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la
preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un
garronero de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa
aventura de aprender, es mejor que no aprenda. Frecuento a centenares de
personas bondadosas, sensibles y llenas de virtud que desconocen minuciosamente
el teorema de Pitágoras.
Después de todo, es preferible ser ignorante a ser estúpido. Más aún cuando
la estupidez es el producto de una mala educación. Oscar Wilde vio mejor que
nadie este asunto de la estupidez ilustrada. "Hay hombres llenos de opiniones
que son absolutamente incapaces de comprender una sola de ellas". Tenía razón
el irlandés.
Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento
de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las
estaciones del subterráneo.
Aprenda a tocar la flauta en cien años. Aprenda a vivir durante toda la
vida. Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el
dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del
aprendizaje. Buenas noches.

domingo, enero 02, 2005

ALFONSINA STORNI

Hoy me levanté (quié sabe por qué razón), pensando en una gran poetisa suiza nacida el 29 de mayo de 1892; que vivió muchos años en la Argentina, donde se suicidó ahogándose en el mar el 25 de octubre de 1938. Se llamaba Alfonsina Storni. Y dado que hoy me desperté pensando en ella quería poner aquíuna canción que le fue dedicada, y también un poema de ella( el último). Que lo disfruten.



ALFONSINA Y EL MAR

Por la blanda arena que lame el mar
su pequeña huella no vuelve más,
un sendero solo de pena y silencio llegó
hasta el agua profunda.
Un sendero solo de penas mudas
llegó hasta la espuma.

Sabe dios qué angustia te acompañó,
qué dolores viejos calló tu voz,
para recostarte arrullada en el canto
de las caracolas marinas,
la canción que canta en el fondo oscuro del mar
la caracola...

..Te vas Alfonsina con tu soledad
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando,
y te vas hacia allá como en sueños
dormida, Alfonsina,
vestida de mar...



VOY A DORMIR

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas, bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides... Gracias... Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.