domingo, febrero 27, 2005

Historia ("Historias de cronopios y de Famas", 1962)

Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de la calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle.

Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.


PD: Lo puse porque me gusta y porque me ha pasado alguna vez.

martes, febrero 22, 2005

Indice de inmortalidad infantil "BOCAS del TIEMPO" (Eduardo Galeano)

Cuando Manuel tuvo un año y medio, quiso saber por qué no podía agarrar el agua con la mano. Ya los cinco años, quiso saber por qué se muere la gente:
- Y morir, ¿Qué es?
- ¿Mi abuela se murió porque era viejita? ¿Y por qué se murió un nene más chico que yo, que lo vi ayer en la tele?
- ¿Los enfermos se mueren? ¿Y por qué no se mueren los que no están enfermos?
- ¿Los muertos se mueren por un rato o se mueren del todo?
Al menos, Manuel tenía respuesta para la pregunta que más lo mortificaba:
- Mi hermano Felipe no se va a morir nunca, porque él siempre quiere jugar.

lunes, febrero 21, 2005

Conducta en los velorios

Conducta en los velorios

No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. Mi prima segunda, la mayor, se encarga de cerciorarse de la índole del duelo, y si es de verdad, si se llora porque llorar es lo único que les queda a esos hombres y a esas mujeres entre el olor a nardos y a café, entonces nos quedamos en casa y los acompañamos desde lejos. A lo sumo mi madre va un rato y saluda en nombre de la familia; no nos gusta interponer insolentemente nuestra vida ajena a ese dialogo con la sombra. Pero si de la pausada investigación de mi prima surge la sospecha de que en un patio cubierto o en la sala se han armado los trípodes del camelo, entonces la familia se pone sus mejores trajes, espera a que el velorio este a punto, y se va presentando de a poco pero implacablemente.

En Pacífico las cosas ocurren casi siempre en un patio con macetas y música de radio. Para estas ocasiones los vecinos condescienden a apagar las radios, y quedan solamente los jazmines y los parientes, alternándose contra las paredes. Llegamos de a uno o de a dos, saludamos a los deudos, a quienes se reconoce fácilmente porque lloran apenas ven entrar a alguien, y vamos a inclinarnos ante el difunto, escoltados por algún pariente cercano. Una o dos horas después toda la familia esta en la casa mortuoria, pero aunque los vecinos nos conocen bien, procedemos como si cada uno hubiera venido por su cuenta y apenas hablamos entre nosotros. Un método preciso ordena nuestros actos, escoge los interlocutores con quienes se departe en la cocina, bajo el naranjo, en los dormitorios, en el zaguan, y de cuando en cuando se sale a fumar al patio o a la calle, o se da una vuelta a la manzana para ventilar opiniones políticas y deportivas. No nos lleva demasiado tiempo sondear los sentimientos de los deudos más inmediatos, los vasitos de caña, el mate dulce y los Particulares livianos son el puente confidencial; antes de media noche estamos seguros, podemos actuar sin remordimientos. Por lo común mi hermana la menor se encarga de la primera escaramuza; diestramente ubicada a los pies del ataúd, se tapa los ojos con un pañuelo violela y empieza a llorar, primero en silencio, empapando el pañuelo a un punto increíble, después con hipos y jadeos, y finalmente le acomete un ataque terrible de llanto que obliga a las vecinas a llevarla a la cama preparada para esas emergencias, darle a oler agua de azahar y consolarla, mientras otras vecinas se ocupan de los parientes cercanos bruscamente contagiados por la crisis. Durante un rato hay un amontonamiento de gente en la puerta de la capilla ardiente, preguntas y noticias en voz baja, encogimientos de hombros por parte de los vecinos. Agotados por un esfuerzo en que han debido emplearse a fondo, los deudos amenguan en sus manifestaciones, y en ese mismo momento mis tres primas segundas se largan a llorar sin afectación, sin gritos, pero tan conmovedoramente que los parientes y vecinos sienten la emulación, comprenden que no es posible quedarse así descansando mientras extraños de la otra cuadra se afligen de tal manera, y otra vez se suman a la deploración general, otra vez hay que hacer sitio en las camas, apantallar a señoras ancianas, aflojar el cinturón a viejitos convulsionados. Mis hermanos y yo esperamos por lo regular este momento para entrar en la sala mortuoria y ubicarnos junto al ataúd. Por extraño que parezca estamos realmente afligidos, jamás podemos oír llorar a nuestras hermanas sin que una congoja infinita nos llene el pecho y nos recuerde cosas de la infancia, unos campos cerca de Villa Albertina, un tranvía que chirriaba al tomar la curva en la calle General Rodríguez, en Bánfield, cosas asi, siempre tan tristes. Nos basta ver las manos cruzadas del difunto para que el llanto nos arrase de golpe, nos obligue a taparnos la cara avergonzados, y somos cinco hombres que lloran de verdad en el velorio, mientras los deudos juntan desesperadamente el aliento para igualarnos, sintiendo que cueste lo que cueste deben demostrar que el velorio es el de ellos, que solamente ellos tienen derecho a llorar así en esa casa. Pero son pocos, y mienten (eso lo sabemos por mi prima segunda la mayor, y nos da fuerzas). En vano acumulan los hipos y los desmayos, inutilmente los vecinos más solidarios los apoyan con sus consuelos y sus reflexiones, llevándolos y trayéndolos para que descansen y se reincorporen a la lucha. Mis padres y mi tío el mayor nos reemplazan ahora, hay algo que impone respeto en el dolor de estos ancianos que han venido desde la calle Humboldt, cinco cuadras contando desde la esquina, para velar al finado. Los vecinos más coherentes empiezan a perder pie, dejan caer a los deudos, se van a la cocina a beber grapa y a comentar; algunos parientes, extenuados por una hora y media de llanto sostenido, duermen estertorosamente. Nosotros nos relevamos en orden, aunque sin dar la impresión de nada preparado; antes de las seis de la mañana somos los dueños indiscutidos del velorio, la mayoria de los vecinos se han ido a dormir a sus casas, los parientes yacen en diferentes posturas y grados de agotagamiento, el alba nace en el patio. A esa hora mis tías organizan enérgicos refrigerios en la cocina, bebemos café hirviendo, nos miramos brillantemente al cruzarnos en el zaguán o los dormitorios; tenemos algo de hormigas yendo y viniendo, frotándose las antenas al pasar. Cuando llega el coche fúnebre las disposiciones estan tomadas, mis hermanas llevan a los parientes a despedirse del finado antes del cierre del ataúd, los sostienen y confortan mientras mis primas y mis hermanos se van adelantando hasta desalojarlos, abreviar el ultimo adiós y quedarse solos junto al muerto. Rendidos, extraviados, comprendiendo vagamente pero incapaces de reaccionar, los deudos se dejan llevar y traer, beben cualquier cosa que se les acerca a los labios, y responden con vagas protestas inconsistentes a las cariñosas solicitudes de mis primas y mis hermanas. Cuando es hora de partir y la casa está llena de parientes y amigos, una organización invisible pero sin brechas decide cada movimiento, el director de la funeraria acata las órdenes de mi padre, la remoción del ataúd se hace de acuerdo con las indicaciones de mi tío el mayor. Alguna que otra vez los parientes llegados a último momento adelantan una reivindicación destemplada; los vecinos, convencidos ya de que todo es como debe ser, los miran escandalizados y los obligan a callarse. En el coche de duelo se instalan mis padres y mis tíos, mis hermanos suben al segundo, y mis primas condescienden a aceptar a alguno de los deudos en el tercero, donde se ubican envueltas en grandes pañoletas negras y moradas. El resto sube donde puede, y hay parientes que se ven precisados a llamar un taxi. Y si algunos, refrescados por el aire matinal y el largo trayecto, traman una reconquista en la necrópolis, amargo es su desengaño. Apenas llega el cajón al peristilo, mis hermanos rodean al orador designado por la familia o los amigos del difunto, y fácilmente reconocible por su cara de circunstancias y el rollito que le abulta el bolsillo del saco. Estrechándole las manos, le empapan las solapas con sus lágrimas, lo palmean con un blando sonido de tapioca, y el orador no puede impedir que mi tío el menor suba a la tribuna y abra los discursos con una oración que es siempre un modelo de verdad y discreción. Dura tres minutos, se refiere exclusivamente al difunto, acota sus virtudes y da cuenta de sus defectos, sin quitar humanidad a nada de lo que dice; está profundamente emocionado, y a veces le cuesta terminar. Apenas ha bajado, mi hermano el mayor ocupa la tribuna y se encarga del panegírico en nombre del vecindario, mientras el vecino designado a tal efecto trata de abrirse paso entre mis primas y hermanas que lloran colgadas de su chaleco. Un gesto afable pero imperioso de mi padre moviliza al personal de la funeraria; dulcemente empieza a rodar el catafalco, y los oradores oficiales se quedan al pie de la tribuna, mirándose y estrujando los discursos en sus manos húmedas. Por lo regular no nos molestamos en acompanar al difunto hasta la bóveda o sepultura, sino que damos media vuelta y salimos todos juntos, comentando las incidencias del velorio. Desde lejos vemos cómo los parientes corren desesperadamente para agarrar alguno de los cordones del ataúd y se pelean con los vecinos que entre tanto se han posesionado de los cordones y prefieren llevarlos ellos a que los lleven los parientes.

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente un reloj, que los cumplas muy felices, y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con anácora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo, pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de a atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demas relojes. No te regalan un reloj, tu eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Instrucciones para subir una escalera

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de transladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

Instrucciones-ejemplos sobre la forma de tener miedo

En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere.

En la plaza del Quirinal, en Roma, hay un punto que conocían los iniciados hasta el siglo XIX, y desde el cual, con luna llena, se ven moverse lentamente las estatuas de los Dióscuros que luchan con sus caballos encabritados.

En Amalfí, al terminar la zona costanera, hay un malecón que entra en el mar y la noche. Se oye ladrar a un perro más allá de la última farola.

Un señor está extendiendo pasta dentrífica en el cepillo. De pronto ve, acostada de espaldas, una diminuta imagen de mujer, de coral o quizá de miga de pan pintada.

Al abrir el ropero para sacar una camisa, cae un viejo almanaque que se deshace, se deshoja, cubre la ropa blanca con miles de sucias mariposas de papel.

Se sabe de un viajante de comercio a quien le empezó a doler la muñeca izquierda, justamente debajo del reloj de pulsera. Al arrancarse el reloj, saltó la sangre: la herida mostraba la huella de unos dientes muy finos.

El médico termina de examinarnos y nos tranquiliza. Su voz grave y cordial precede los medicamentos cuya receta escribe ahora, sentado ante su mesa. De cuando en cuando alza la cabeza y sonríe, alentándonos. No es de cuidado, en una semana estaremos bien. Nos arrellanamos en nuestro sillón, felices, y miramos distraídamente en torno. De pronto, en la penumbra debajo de la mesa vemos las piernas del médico. Se ha subido los pantalones hasta los muslos, y tiene medias de mujer.

Instrucciones para llorar

Instrucciones para llorar

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.

Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.

Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

jueves, febrero 17, 2005

Tía en dificultades y explicada o no (Cortázar, "Historias de cronopios y de Famas", 1962)

Tía en dificultades

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¿Por qué tendremos una tía tan temerosa de caerse de espaldas? Hace años que la familia lucha para curarla de su obsesión, pero ha llegado la hora de confesar nuestro fracaso. Por más que hagamos, tía tiene miedo de caerse de espaldas; y su inocente manía nos afecta a todos, empezando por mi padre, que fraternalmente la acompaña a cualquier parte y va mirando el piso para que tía pueda caminar sin preocupaciones, mientras mi madre se esmera en barrer el patio varias veces al día, mis hermanas recogen las pelotas de tenis con que se divierten inocentemente en la terraza y mis primos borran toda huella imputable a los perros, gatos, tortugas y gallinas que proliferan en casa. Pero no sirve de nada, tía sólo se resuelve a cruzar las habitaciones después de un largo titubeo, interminables observaciones oculares y palabras destempladas a todo chico que ande por ahí en ese momento. Después se pone en marcha, apoyando primero un pie y moviéndolo como un boxeador en el cajón de resina, después el otro, trasladando el cuerpo en un desplazamiento que en nuestra infancia nos parecía majestuoso, y tardando varios minutos para ir de una puerta a otra. Es algo horrible.
Varias veces la familia ha procurado que mi tía explicara con alguna coherencia su temor a caerse de espaldas. En una ocasión fue recibida con un silencio que se hubiera podido cortar con guadaña; pero una noche, después de un vasito de hesperidina, tía condescendió a insinuar que si se caía de espaldas no podría volver a levantarse. A la elemental observación de que treinta y dos miembros de la familia estaban dispuestos a acudir en su auxilio, respondió con una mirada lánguida y dos palabras: «Lo mismo». Días después mi hermano el mayor me llamó por la noche a la cocina y me mostró una cucaracha caída de espaldas debajo de la pileta. Sin decirnos nada asistimos a su vana y larga lucha por enderezarse, mientras otras cucarachas, venciendo la intimidación de la luz, circulaban por el piso y pasaban rozando a la que yacia en posición decúbito dorsal. Nos fuimos a la cama con una marcada melancolía, y por una razón u otra nadie volvió a interrogar a tía; nos limitamos a aliviar en lo posible su miedo, acompañarla a todas partes, darle el brazo y comprarle cantidad de zapatos con suelas antideslizantes y otros dispositivos estabilizadores. La vida siguió así, y no era peor que otras vidas.


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Tía explicada o no

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Quien más quien menos, mis cuatro primos carnales se dedican a la filosofía. Leen libros, discuten entre ellos y son admirados a distancia por el resto de la familia, fiel al principio de no meterse en las preferencias ajenas e incluso favorecerlas en la medida de lo posible. Estos muchachos, que me merecen gran respeto, se plantearon más de una vez el problema del miedo de mi tía, llegando a conclusiones oscuras pero tal vez atendibles. Como suele ocurrir en casos parecidos, mi tía era la menos enterada de estos cabildeos, pero desde esa época la deferencia de la familia se acentuó todavía más. Durante años hemos acompañado a tía en sus titubeantes expediciones de la sala al antepatio, del dormitorio al cuarto de baño, de la cocina a la alacena. Nunca nos pareció fuera de lugar que se acostara de lado, y que durante la noche observara la inmovilidad más absoluta, los días pares del lado derecho y los impares del izquierdo. En las sillas del comedor y del patio, tía se instala muy erguida; por nada aceptaría la comodidad de una mecedora o de un sillón Morris. La noche del Sputnik la familia se tiró al suelo en el patio para observar el satélite, pero tía permaneció sentada y al día siguiente tuvo una tortícolis horrenda. Poco a poco nos fuimos convenciendo, y hoy estamos resignados. Nos ayudan nuestros primos carnales, que aluden a la cuestión con miradas de inteligencia y dicen cosas tales como: «Tiene razón». ¿Pero por qué? No lo sabemos, y ellos no quieren explicarnos. Para mí, por ejemplo, estar de espaldas me parece comodísimo. Todo el cuerpo se apoya en el colchón o en las baldosas del patio, uno siente los talones, las pantorrillas, los muslos, las nalgas, el lomo, las paletas, los brazos y la nuca que se reparten el peso del cuerpo y lo difunden, por decir así, en el suelo, lo acercan tan bien y tan naturalmente a esa superficie que nos atrae verazmente y parecería querer tragarnos. Es curioso que a mí estar de espaldas me resulte la posición más natural, y a veces sospecho que mi tía le tiene horror por eso. Yo la encuentro perfecta, y creo que en el fondo es la más cómoda. Sí, he dicho bien: en el fondo, bien en el fondo, de espaldas. Hasta me da un poco de miedo, algo que no consigo explicar. Cómo me gustaría ser como ella, y cómo no puedo.

miércoles, febrero 16, 2005

APLASTAMIENTO DE LAS GOTAS (Julio Cortazar)

Aplastamiento de las gotas (Historia de Cronopios y de Famas, 1962)

Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.

lunes, febrero 14, 2005

TESTAMENTO

" Yo, hombre de medio pelo argentino, en mis cabales y absolutamente responsable del momento que me tocó morir, digo vivir... Dejo todo mi agradecimiento a las fuerzas vivas, muy vivas, yo diría avivadas, que me gobiernan con total falta de respeto e idoneidad profesional."
A los conservadores aristocráticos de la primera hora, les dejo un manual de historia Argentina, para que releean a ver donde dice, que en una República Democrática, alguien puede creerse superior a los demás, por cuestiones de linaje y casta, sobre todo siendo hijos de inmigrantes como cualquiera, tener en nombre de esa prosapia trucha, horrorosos latifundios dignos del peor señor feudal, del medioevo en pleno siglo XX y cagarse en el pobre, insultándolo con una caridad en el 90% de los casos, humillante e insuficiente.
A los correligionarios radicales, les dejo una brújula, para que al saber donde esta el sur y donde el norte, sepan tambien definirse entre izquierda, derecha o centro, en vez de ser alternativamente, seudobolches o gorilas conservas.
A los distinguidos camaradas de las Izquierdas Argentina, les dejo un manual titulado "¿Que es la clase obrera?", con modelo para armar incluido, a ver si así pueden explicarse que les falto para lograr un puto voto del laburante que, ante la confusión de prédicas que iban desde el hermetismo intelectual, a las declaraciones de guerra de las guerrillas, prefirió (y esto debe ser único en el mundo) votar a la derecha o apoyar dictaduras populistas.
A los compañeros peronistas, les dejo, el manual de la contradicción perpetua y fanática, donde se explica como un movimiento populista, que luchó contra el conservadorismo, puede llegar a ser, un movimiento conservador, que acusa de populistas a los que luchan contra los conservadores y como se puede glorificar a Evita, haciendo todo lo contrario de lo que ella hacia. Tambien les dejo un bombo, para que lo conviertan en shopping y un cd doble con canciones, con letra de Menem y musica de Palito Ortega, cantado por Maria Julia.
A los militares,que tengan menos espiritu de cuerpo y a los curas que tengan menos cuerpo y mas espiritu.
Y a las generaciones venideras,sepan que hubo una vez, un pais rico,grande lleno de buena gente,al cual unos pocos picaros avivados hundieron sin remedio."

viernes, febrero 11, 2005

Monólogo 2000( Pequeña lección de Historia Argentina)

"Bueno, señores, Monólogo 2000! 30 años metiendo libreto debajo de esta peluca! Mire, esta noche en lugar de hacer un monólogo con lo que paso esta semana, con la actualidad, esta semana vamos a hacer un monólogo recordando lo que paso los últimos 30 años a ver si aprendemos algo, ¿eh?
Señores: cuando allá por 1960 puse la jeta por primera vez delante de los orticones, no existía la televisión color, no existía Maradona, no existía el Austral - es decir, el Austral tampoco existe ahora pero es otra historia -, no existía el control remoto, no existía el yogur descremado, pero si, sí existía Don Alvaro; si señores, si: Don Alvaro, el papa de la nena! Si bien Don Alvaro empezó a curtir gabinete como Ministro de Industria allá por el año `55 en la "LIBERTADORA", que no tiene nada que ver con la Copa Libertadores, porque recién con Arturo Frondizi se convirtió en Ministro de Economía. Porque le voy a decir mas: antes de Don Arturo Frondizi no existía el Ministerio de Economía; dicen los memoriosos que para aquellos años había un poco de guita en el tesoro y entonces con un Ministro de Hacienda tipo Serelco, alcanzaba!. Con la mishiadura aparecieron los Ministros de Economía.

Lo que no queda muy bien claro es si la mishiadura trajo a los Ministros de Economía o si los Ministros de Economía trajeron la mishiadura! Lo que pasa es que hace 30 años que tenemos las dos cosas.

Por aquellos años, Don Alvaro Alsogaray se mandó la famosa frase "HAY QUE PASAR EL INVIERNO". Y pasaron y pasaron los inviernos, y las primaveras aparecieron y aparecieron - lo único que no apareció fue la guita -; y también por aquellos años `60 comenzaron los planteos militares a Don Arturo Frondizi. En realidad el primer planteo fue el 8 de julio de 1958 pero en dos años le enchufaron 30 planteos!; y aquí con Don Alfonsín tuvimos dos planteos con los muchachos de la pomada, calcule lo que habrán sido 30 planteos!. La cuestión es que los muchachos, al final, lo rajaron, y cuando el general Poggi estaba ya listo para asumir como presidente apareció José María Guido - también conocido como "JOSE DONDEMEPONGO" -, pego un Per Saltum, entro a Tribunales, juro como presidente ante la Corte Suprema, se coló por un intersticio en una puerta de la Casa Rosada, se sentó en el sillón, y cuando Poggi se dio vuelta le dijo "ACATAA!"

La cuestión es que Don Guido trajo a otro prohombre de la economía: Don Federico Piñedo que dijo que hay que hacer las cosas rápido y se mando en un solo día una devaluación del 21% y mando el dólar a la astronómica suma de 99 pesos moneda nacional de curso legal. (Chicos: si ustedes no saben lo que es eso - la moneda nacional de curso legal - pregúntenle al abuelo, pero no lo hagan llorar demasiado, por favor!).

La cuestión es que Don Piñedo se las tomó ofendido por las criticas que despertó esa devaluación y entonces apareció de vuelta Alvaro II, que viene a ser como "HIGHLANDER II", "TIBURON II", "ROCKY II", una cosa así. Como el tema de "HAY QUE PASAR EL INVIERNO" estaba gastado, Don Alvaro invento otra cosa: invento el "EMPRESTITO PATRIOTICO NUEVE DE JULIO" llamado también "LOS BONOS DE ALSOGARAY". Los que se los quedaron, la verdad, se ganaron mucha guita; los que no nos los pudimos quedar, pa' que' le via' contar! Es otra historia...

Mientras tanto los militares, que no tenían nada que hacer, se pusieron a jugar a los soldaditos entre ellos: hicieron una raya y dijeron: "COLORADOS DE ESTE LADO, AZULES DE ESTE OTRO LADO, GANA EL QUE TIENE MAS TANQUES".

Nosotros, los civiles, que no teníamos arte ni parte en el asunto, porque únicamente ligábamos una bomba que nos reventara la casa, estabamos tranquilos porque tanto azules como colorados decían que todo lo hacían por el bienestar de la gente y por la salvación de la patria; de donde se deducía que la salvación de la patria estaba en manos del que tenia mas tanques, comprende?

La cuestión es que en el año `63 le toco el turno de vuelta a un presidente constitucional y apareció Don Arturo Humberto Illia, uno de los pocos Cordobeses nacidos en Pergamino que se conocen. Don Arturo Humberto Illia nombro como Ministro de Economía a Don Eugenio Blasco que muere en el cargo y entonces mi gran amigo Juan Carlos Pugliese asume como Ministro de Economía - empieza, mejor dicho, su carrera como Ministro de Economía suplente en todos los gabinetes radicales -. Pero como las cosas buenas duran poco tiempo, antes de cumplir los tres años los muchachos de la (haciendo el signo de una insignia militar en el hombro izquierdo con los dedos índice y mayor de la mano derecha) viñeta le dan el raje a Don Arturo Humberto Illia y designan, en elecciones limpias, y por u-na-ni-mi-dad - 3 votos - a Don Juan Carlos Ongania.

El hecho de que Don Juan Carlos Ongania en la época del enfrentamiento entre azules y colorados haya sido azul - y legalista - y después se convirtió en golpista - y de hecho, colorado - es porque a veces, la gente, des-ti-ñe.

La cuestión es que a Don Arturo lo rajaron porque decían que era muy lento, que era una tortuga. Ahí tuvimos un cacho la culpa todos porque los sindicatos, la C.G.T. le tiraba tortugas en Plaza de Mayo, los medios en contra, los periodistas en contra, los humoristas le hacíamos chistes - éramos una manga de boludos que pa' que' le via' contar -; porque el problema no era que Don Illia era lento: el problema es que los que vinieron después fueron... fueron rápidos, y fuimos derecho pal' cara...melo, fuimos, pero bah, pero rápido!

Claro, no todo fue negrura en aquellos años porque en el `66 hubo avances: porque después de la "NOCHE DE LOS BASTONES LARGOS" cerraron todas las facultades y entonces todos los investigadores, científicos, matemáticos, laburantes de las neuronas avanzaron: avanzaron hacia la frontera y se las tomaron y no volvieron nunca mas. Después, apareció algún premio Nobel que volvió: a saludar a la familia y se las volvió a tomar, total...!

Para 1969 el Ministro de Economía era Adalbert Krieger Vassena que había mantenido el dólar mas o menos estable; pero de pronto apareció Don José María Dagnino Pastore y, como el dólar ya estaba a 350 mangos, le arranco dos ceros porque invento el peso ley 18188 - íntimamente llamado "EL PESO LEY" - Don Juanca, en aquellos años - Juan Carlos Ongania - pensaba quedarse 20 o 30 años, pero apareció el "CORDOBAZO", el "ROSARIAZO" y el país se movió como un "FLANAZO". O sea que para los finales de 1970 los muchachos (haciendo de nuevo el signo de una insignia militar en el hombro izquierdo con los dedos índice y mayor de la mano derecha) le dieron las gracias por los servicios prestados a Don Juanca I y después designaron en elecciones limpias y por unanimidad a Roberto Marcelo Levingston.

Roberto Marcelo Levingston es el único presidente en toda la historia argentina desde 1810 hasta la fecha que cuando lo designaron no lo conocía ni el loro! Vea, en las redacciones, no sabían como se escribía el nombre! No había una foto de él! Cuando, a la noche, en la sexta apareció "LEVINGSTON PRESIDENTE" la gente preguntaba "PERO EL PRESIDENTE DE QUE PAIS SERA ESTE BUEN SEÑOR?" Y porque para colmo, cuando lo designaron el estaba en la Junta Interamericana de Defensa en Washington! Así que aquí estabamos como los indios que se golpean el codo: en bolas, y a los gritos!

Por fin, Don Levingston apareció y dijo "SOY EL PRESIDENTE" y se sentó en el sillón a esperar ordenes. Lo que pasa el problema fue que mientras estaba esperando las ordenes empezó a jugar un jueguito que decía: "PESE A TODO, YO SOY EL PRESIDENTE". Don Lanusse, que era el inmediato superior, no le gusto nada la cosa, pero roce va roce viene Don Levingston lo destituye a Lanusse, Lanusse escucha eso, caza el tubo y lo destituye a Levingston, y como donde manda Teniente General no manda General de Brigada Levingston volvió rápidamente al anonimato. Cansado ya de echar presidentes - había echado dos - Don Lanusse penso: "PARA PENSAR COMO YO, NADIE COMO YO". Entonces agarro y se nombro presidente sin dejar el cargo de Comandante en Jefe. Astuto el hombre! Y enseguida invento una cosa que se llamo el G.A.N.: "GRAN ACUERDO NACIONAL". Y lo mando al Coronel Cornicelli a verlo a "PUERTA DE HIERRO" a mi gran amigo Juan Carlos Can... Juan Carlos no (risas), Juan Domingo, Juan Domingo (aplausos), Juan Domingo Cangallo y le dijo que si entraba en el G.A.N. le devolvía todos los sueldos del `55 hasta la fecha. El viejo dijo "LO PRIMERO ES LO PRIMERO", cazo la mosca, lo dejo al gobierno con el G.A.N. y con las ganas. Y entonces Don Lanusse se chivo y se mando la famosa frase que "EL VIEJO NO VOLVIA PORQUE NO LE DABA EL CUERO". Pero como el viejo debajo de las arrugas todavía le quedaba un cacho de quiero... de cuero, volvió para
mostrarlo en vivo y en directo y formo un frente cívico que se llamo "FRE.CI.LI.NA.". Pero como la Frecilina tenia nombre de antibiótico lo cambiaron por "FRE.JU.LI.". Escuche, Frecilina, Frejuli, Frejupo, son todos remedios del mismo laboratorio! Vienen en píldoras, en inyectables, en supositorio, úselo como le de las ganas!

La cuestión es que en aquellos años '73 apareció "LA NUEVA FUERZA", un partido político inventado por mi gran amigo Alsogaray que tenia como candidato a presidente a mi gran amigo Julio Chamizo, el que quiere acordarse, que se acuerde! La cuestión es que el 25 de mayo de 1973 asumió el tío, no este, otro tío, el tío, el tío Hector J. Campora, y como el eslogan era "CAMPORA AL GOBIERNO, PERON AL PODER", los muchachos del bombo rápidamente renunciaron a don Hector. Renuncio el presidente, renuncio el vicepresidente, renuncio el presidente provisorio del Senado Díaz Vialisi, una cosa ahí, que se yo lo que hicieron. La cuestión es que quedo como candidato a Presidente de la República el presidente de la cámara de Diputados Raúl Lastiri, que casualmente era yerno de López Rega!. La cuestión es que Lastiri - conocido también como "JOSE CORBATA" porque tenia un montón y le encantaban - llamo a elecciones y gano por unanimidad la formula "MENEM-MENEM...", digo, no, la formula "PERON-PERON". Peron se muere y de estar mal pasamos a estar peor porque viene Isabelita y lo trae a Celestino Rodrigo que se manda el famoso "RODRIGAZO" que nos deja a todos con el tuje pal' norte! La moral de la historieta es que Don Celestino, que yo sepa cabe destacar, y que yo sepa, fue el único Ministro de Economía, que se comió canas por cuestión de su gestión como ministro, cosa que no le ha pasado a ningún otro ministro de economía, nunca mas, se han salvado todos, la verdad es que es un misterio, que no se por que! (a su libretista) Como seguía esto? (el libretista le sopla, y Tato sigue). Ah!, si.

Después de Celestino Rodrigo, después de Celestino Rodrigo apareció Tony Cafiero, si, si, si, Tony Cafiero, el del "SI", el del "SI LO HUBIERA SABIDO NO LLAMABA A PLESBICITO"! Y después de él apareció Mondelli - que Isabel decía "NO ME LO TOQUEN AL GORDITO" -.

Cuando se murió Peron - es una acotación que le voy a hacer yo - estaba laburando en este canal, me llamaron para decirme "VAMOS A PARAR UN POCO CON LOS PROGRAMAS HUMORISTICOS, HAY QUE HACER DUELO", y yo pense que estaba bien para que lo suspendan un par de semanas (silencio durante algunos segundos, y luego risas)... La verdad es que no lo suspendieron un par de semanas, lo suspendieron un par de años! Porque después vinieron los muchachos del `76 de vuelta y la siguieron... Porque en aquel entonces eran largos los duelos, comprende?!
Y así llegamos, a la época del proceso, de los Ministros de Economía, era José Alfredo Martínez de Hoz, y el proceso lo voy a pasar por alto porque, la verdad que, no, mejor no recordarlo, cierto?

Por eso hice un Per Saltum y aparecí en la democracia, en 1983, con Alfonsín, Grinspun, Sourrouille, el Austral, el desagio, Juan Carlos Pugliese II, el bolonki, y Jesús Rodríguez casi como Jesús termina crucificado. Mientras en estos tiempos la hiperinflación y los empresarios le apretaban el gañote a Don Raúl Alfonsín, apareció Carlos Saúl I, primer presidente electo que decía que tenia el equipo formado, listo para salir a la cancha y ganar por goleada! Don Raúl, que quería quedarse 6 años, ni un día antes, ni un día después, no le quedó mas remedio que tirar la esponja y de paso le tiro el gobierno por la cabeza a la patilla mas gorda de América, Carlos Saúl I.

Y aquí estamos señor. 30 años. 30 años bancándose 16 presidentes y 37 Ministros de Economía que se la pasaron diciendo "ESTA ES LA CRISIS MAS GRANDE QUE ESTA SUFRIENDO EL PAIS", "HAY QUE REDUCIR EL GASTO PUBLICO", "HAY QUE LABURAR MAS", "HAY QUE INVERTIR EN EL ISPA". Mientras tanto, quiere que le diga una cosa?, mire, este peso moneda nacional (sosteniendo el billete de un $mn en la mano, con otros billetes --un $ley 18188, un $argentino, un Austral-- sobre la mesa) le arrancaron dos ceros por este otro peso ley 18188; a este le arrancaron cuatro ceros por este otro peso argentino, y como si esto fuera poco le sacaron tres ceros mas por este peso... por este Austral. O sea que extirparon, le extirparon nueve ceros a este pesito de acá delante. Y como este Austral equivale a mil millones de pesos moneda nacional, y como en aquel entonces se compraba con 83 $mn un dólar, este Austral equivale a DOCE MILLONES DE DOLARES... (risas, mezcladas con silencio, lagrimas e ironía), lo cual parece un chiste, si no fuera una joda grande como una casa... Y yo todavía (aplausos), yo todavía tengo confianza, tengo confianza, por eso le digo a los políticos y a los funcionarios - no a todos los políticos ni a todos los funcionarios porque hay que preservar las instituciones - algunos políticos y algunos funcionarios que están ahí viéndome, si siguen haciendo las cosas que están haciendo yo voy a tratar de estar acá todo el tiempo posible para seguir jodiendo! Y para cuidarlos también...
Y para preservarlos de la maquina de cortar boludos; porque si pusiéramos la maquina de cortar boludos dentro de la maquina del túnel del tiempo, y se pusiera a cortar boludos históricos con retroactividad... otra hubiera sido la historieta hoy! Historieta que como país, no creo que nos merezcamos - esto lo dice mi libretista Santiago Varela... yo... no estoy tan seguro! Un cacho de culpa tenemos también...! -.

Por eso les digo, mis queridos chichipíos, seguir laburando, vermouth con papas fritas, y... (aplaudiendo dos veces, levantándose y terminando el Monólogo como todos los domingos) GOOD SHOW!!!"

martes, febrero 08, 2005

Calderón

Pedro Calderón de la Barca nace en Madrid en 1600 y muere en la misma ciudad en 1681. Alcanza a ver en su vida tres reinados: el de Felipe III, el de Felipe IV y el de Carlos II. Aunque es posible que escribiera alguna obra en los últimos años de Felipe III, su madurez teatral coincide con el reinado de Felipe IV, con piezas teatrales memorables como El alcalde de Zalamea, La vida es sueño, El médico de su honra, La dama duende, El príncipe constante, sin que falten obras para palacio.
Pero a partir de 1651, tras su ordenación sacerdotal, su producción teatral profana para los corrales de comedias decrece, aunque sigue ejercitando su pluma en el teatro mitológico para palacio y en los autos sacramentales, y ésta es su labor en los años de vejez con el reinado de Carlos II.
Con una formación profunda en colegio de jesuitas y universidad, no faltó en la vida de Calderón la experiencia militar en los frentes, los azares de juventud y algún amor; pero es importante en su vida la condición de dramaturgo de palacio y de los autos para el Corpus; y la imagen que nos ha llegado es la de una persona reflexiva de sólida formación y pensamiento.
Frente a un Lope vital, que tanta literatura hizo con su vida, Calderón deja en la sombra los secretos de su intimidad, pero nos ofrece en su obra la profundidad del filósofo y del teólogo y la gran capacidad teatral de quien fue capaz incluso de burlarse de alguna de sus fórmulas dramáticas.
La obra teatral del escritor madrileño Pedro Calderón de la Barca significa la culminación barroca del modelo teatral creado a finales del siglo XVI y comienzos del XVII por Lope de Vega. Significa también el perfeccionamiento en técnica teatral en multitud de comedias de enredo, el adensamiento filosófico en obras memorables, la perfección de un género genuinamente hispano como es el auto sacramental y la elevación estilística en momentos en que la poesía había llegado a cimas de perfección con Góngora y sus seguidores. Además, la escenografía, especialmente en el teatro cortesano, conoce un amplio desarrollo.
En su obra hay una variedad y pluralidad de niveles y registros, que van de la tragedia del poder, el honor, los celos (La hija del aire, El médico de su honra, El mayor monstruo del mundo), los dramas sobre el sentido de la vida o la dignidad del campesino (La vida es sueño, El alcalde de Zalamea) a la comedia de enredo (La dama duende, Casa con dos puertas mala es de guardar), sin olvidar la celebración del Dios cristiano en el monumento simbólico y alegórico de sus autos sacramentales y la de los dioses de la gentilidad en fastuosas fiestas teatrales mitológicas de palacio, con rica y costosa escenografía. Y hay, además, un Calderón de la risa lúdica, a veces carnavalesca, en su teatro breve cómico.
Calderón es un dramaturgo de oficio, contradictorio y complejo, con supremo dominio de la técnica y multitud de pliegues conceptuales en su teatro.

Basilio es el rey de Polonia. Es supersticioso, y al nacer su hijo Segismundo, creyó lo que los astrólogos le decían sobre él. Decíanle a Basilio que su sucesir( es decir Segismundo), iba a ser un tirano con su pueblo. Para evitar esto Basilio encerró al príncipe en una torre de la cual no podía salir.
En un momento Basilio permite a Segismundo salir de la torre. Segismundo empieza a mostrar su cólera, producto de tanto tiempo de encierro.
Al ver esto, Basilio decide encarcelar nuevamente a Segismundo en la torre. Le hace creer al príncipe, que en realidad jamás salió de la torre, y que lo que él tiene por un tiempo fuera de la torre, no es más que un sueño, que en realidad jamás salió de su prisión; sino que lo había soñado.
En éstas circunstancias, Segismundo pronuncia este soliloqui, que es uno de los más hermosos, y famosos de la literatura española de toos los tiempos.


Jornada II escena XIX

Es verdad; pues reprimamos
Esta fiera condición,
Esta furia, esta ambición,
Por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
En mundo tan singular,
Que el vivir es sólo soñar;
Y la experiencia me enseña
Que el hombre que vive sueña
Lo que es hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
Con este engaño mandando,
Disponiendo y gobernando;
Y este aplauso, que recibe
Prestado, en el viento escribe,
Y en cenizas le convierte
La muerte (¡desdicha fuerte!):
¡Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
En el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
Que más cuidados le ofrece;
Sueña el pobre que padece
Su miseria y su pobreza;
Sueña el que a medrar empieza,
Sueña el que afana y pretende,
Sueña el que agravia y ofende;
Y en el mundo, en conclusión,
Todos sueñan lo que son,
Aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
Destas prisiones cargado,
Y soñé que en otro estado
Más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
Y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
Y los sueños, sueños son.