martes, septiembre 27, 2005

ANDERSEN

Las frustraciones de Andersen
Era un hombre cuya mayoe ambición era la de ser un escritor tenido en la más alta estima y a tal fin escribió poemas, obras teatrales, libros de viiajes, alguna novela, y unos ciento sesenta cuentos acerca de los que él mismo decía que eran fruslerías, bagatelas; y no precisamente aquello por lo que quería ser adorado.
Entre esos cuentos están: "El patito feo", "El soldadito de plomo", "Las zapatillas rojas", " El sastrecillo valiente", " La sirenita", " El traje nuevo del emperador", " la princesa y el guisante", etc.
Andersen nació en la ciudad danesa de Odense en 1805 y creció en una casa de una sola habitación en la zona más pobre de la ciudad. Su padre era zapatero. Primero era zapatero, y después loco, ymurió cuando Hans tenía once años. Acerca de la madre no se sabe nada. La abuela paterna que lo cuidaba, era una embustera y el abuelo, tenía fama de ser el loco de la ciudad.
Andersen tenía pocos amigos y pasaba casi todo el tiempo solo. Para ayudar a su familia entró a trabajar en una fábrica de paños en la que los obreros lo cargaban todo el día. Parece que Andersen tenía, cuando era chico, una voz extraordinaria de soprano, y le gustaba cantar mientras trabajaba. Lo hizo hasta que los muchachos le bajaron los pantalones "para ver si no era una muchacha".
A los catorce años, casi como pordiosero viajó a Copenhagen en busca de trabajo. Encontró un patrón en la persona de un cantante de ópera italiano que lo tuvo como asistente hasta que empezó a tomar lecciones de canto en el Teatro real de Copenhagen. Allí el director entusiasmado con lo ien que cantaba Andersen se convirtió en su tutor y también en una especie de padre. Pero Andersen no se dedicó al canto.
Por esos tiempos empezó a escribir. A los diecisiete años publicó una narración corta, después vino un libro titulado: "Viaje a pie desde el canal de Holmen hasta la punta oriental de Amager" que era una historia fantástica imitando el estilo de Hoffman. Después vino la novela "El improvisador" que fue bien recibida por la crítica pero que casi no fue recibida por el público.
El momento decisivo de su carrera se produjo al publicarse el primer volúmen de sus cuentos de hadas. Pero esa fama vino a compensar, según él mismo lo decía, la desdicha que le provocaban su aspecto y su timidez.
Andersen era un hombre alto y frágil, sus brazos y piernas resultaban desproporcionadamente largos, y sus pies eran giganteacos. Por la calle los desconocidos se detenían y lo señalaban "mirá ese las patas que tiene". Sus ataques de depresión eran muy frecuentes tenía muchas fobias.
Aterrorizado ante la posibilidad de que lo eterraran vivo pidió a sus amigos que le cortaran una arteria antes de que lo metieran en el cajón.Ante cualquier indisposición solía dejar una nota en su mesa de luz en la que decía: "Estoy muerto solo en apariencia". Andersen fue uno de los autores más codiciados, pudo hacerse amigo de Dickens y fue huesped de la realeza de muchas cortes. Andersen nunca tuvo una experiencia sexual.
Una vez en Nápoles en 1834 escribió en su diario:" Tremendos sentimientos de deseo sensual y una batalla interna, soy todavía inocente pero me arde la sangre, estoy enfermo. Feliz del que tiene mujer". Temeroso de acercarles su presencia de la que decía que nadie era merecedor, Andersen no era capaz de iniciar ninguna relación sentimental. Escribió:"Tendré que permanecer solo toda la vida como un pobre cardo y ser escupido por los demás porque tuve la desgracia de tener espinas".
Hubo tres mujeres en la vida de Andersen a las que apenas se asomó. La primera tenía veinticuatro años y era hermana de un compañero de estudios. Andersen que tenía un año menos que ella, se enamoró. Le dedicó unos poemas pero no hubo por respuesta más que desdenes por escrito. Vino después la hija de su tutor, que tenía 18 años. Empezó a hablar con ella y terminó enamorándose. Ella no mostró ningún interés. Para que Andersen dejara de escribirle cartas de amor, ella le dijo que cualquier correspondencia suya tendría que ser revisada por su hermana mayor, lo cual era una costumbre muy común en esa época.
Y Hans, avergonzado, inhibido por la posible lectura pública de sus cartas de amor, dejó de escribirle. Y entonces llegó una cantante a la que apodaban "el ruiseñor sueco", Andersen la inundó de poemas y de regalos, la siguió en muchas de sus presentaciones hasta que consiguió alguna vecindad. El único registro de esa vecindad que captó la cantante sueca fue el de la amistad, y un día le contó a Andersen lo contenta que estaba porque se iba a casar. Andersen quedó destrozado.
Su vejez, aunque llena de halagos y distinciones, fue más bien sórdida en asuntos de amor. Cuando viajaba a París visitaba a veces un burdel. Allí conversaba cortesmente con las prostituta desnudas. Si alguien le insinuaba que debía hacer algo más que simplemente limitarse a hablar se escandalizaba , y se ofendía.
Vivió sus últims años en Copenhagen siempre solo. Cuando murió en 1875 llevaba colgada en el cuello una bolsita de cuero. En su interior había una carta de la primera de las tres mujeres de las que se enamoró( la hermana de su compañero de estudios). Algunos dicen que era la carta en que ella le negaba su amor, pero son conjeturas. La carta fue inmediatamente destruída por expreso deseo del fallecido Andersen.

miércoles, septiembre 21, 2005

HONRAR LA VIDA

No
Permanecer y transcurrir
No es perdurar, no es existir
Ni honrar la vida
Hay tantas maneras de no ser
Tanta conciencia sin saber
Adormecida.

Merecer la vida no es callar ni consentir
Tantas injusticias repetidas
Es una virtud, es dignidad
Y es la actitud de identidad
Mas definida.

Eso de durar y transcurrir
No nos da derecho a presumir
Por que no es lo mismo que vivir
Honrar la vida.

No
Permanecer y transcurrir
No siempre quiere sugerir
Honrar la vida
Hay tanta pequeña vanidad
En nuestra tonta humanidad
Enceguecida

Merecer la vida es erguirse vertical
Más allá del mal, de las caídas
Es igual que darle a la verdad
Y a nuestra propia libertad
La bienvenida.

domingo, septiembre 18, 2005

SIMBOLOS

NEGOCIO. «Esta guerra será larga», ha anunciado el presidente del planeta. Mala noticia para los civiles que están muriendo y morirán, excelente noticia para los fabricantes de armas.

No importa que las guerras sean eficaces. Lo que importa es que sean lucrativas. Desde el 11 de setiembre, las acciones de General Dynamics, Lockheed, Northrop Grumman, Raytheon y otras empresas de la industria bélica han subido en línea recta en Wall Street. La bolsa las ama.

Como ya ocurrió durante los bombardeos a Irak y Yugoslavia, la televisión rara vez muestra a las víctimas: está ocupada exhibiendo la pasarela de los nuevos modelos de armas. En la era del mercado, la guerra no es una tragedia, sino una feria internacional. Los fabricantes de armas necesitan guerras, como los fabricantes de abrigos necesitan inviernos.

HOLLYWOOD. La realidad imita al cine: todo estalla, los niños reciben misiles de la película Atlantis en la cajita feliz de Mc Donald's, y es cada vez más difícil distinguir entre la sangre y el ketchup.

Ahora el Pentágono ha encargado a algunos guionistas de cine y expertos en efectos especiales que ayuden a adivinar los nuevos objetivos terroristas y que también imaginen la manera de defenderse. Según la revista Variety, uno de los que está en eso es el guionista de Duro de matar.

VESTUARIO. En una de sus imágenes más difundidas, el duro de matar Osama bin Laden lleva turbante pero tiene puesta una casaca de fajina del ejército de Estados Unidos, y en la muñeca luce un reloj Timex, made in usa.

El también es made in usa, como los demás fundamentalistas islámicos que la CIA reclutó y armó, desde cuarenta países, contra el comunismo ateo en Afganistán. Cuando Estados Unidos celebró su victoria en aquella guerra, la presidenta de Pakistán, Benazir Bhutto, advirtió en vano a Bush padre: «Ustedes han creado un monstruo, como el doctor Frankenstein».

Y se ha comprobado, una vez más, que los cuervos arrancan los ojos de quien los cría. Pero el sponsor los sigue utilizando. Ahora, los fanáticos le sirven de coartada perfecta, para hacer la guerra contra quien quiera y como quiera y para consolidar su dominio universal. Y también para dar explicaciones indiscutibles. Durante el mes de setiembre las empresas estadounidenses dejaron en la calle a doscientos mil trabajadores: «Llámenlos los números de Bin Laden», sentenció la secretaria de Trabajo, Elaine Chao.

Un par de semanas antes de que se derrumbaran las torres, se estaba derrumbando la economía mundial, y la revista The Economist aconsejaba a sus lectores: «Consíganse un paracaídas». Desde que pasó lo que pasó, quien no consiga un paracaídas puede encontrar, al menos, un culpable fabricado a medida.

PÁNICO. La humanidad entera está sintiendo los síntomas del ataque del ántrax, chuchos, dolor de cabeza, esa mancha en la piel que parece moretón... Todos tenemos miedo de abrir las cartas, y no porque contengan alguna impagable cuenta de impuestos o de luz, o la fatal noticia de que lamentamos comunicarle que hemos resuelto prescindir de sus servicios.

Los militares de Ucrania estaban de maniobras, cuando un misil SA-5 derribó un avión de pasajeros y mató a 78 personas. ¿Fue por error o porque los misiles inteligentes sabían que los aviones de pasajeros son armas enemigas? Los misiles inteligentes, ¿atacarán ahora las oficinas de correos?

ARMAS. Un portaaviones estadounidense, el Nimitz, se acercó a nuestras costas por un día. La visita me preocupó, porque en mi barrio hay un edificio que tiene todo el aspecto de una mezquita, y con los misiles inteligentes nunca se sabe.

Afortunadamente, no pasó nada. O casi nada: unos cuantos políticos compatriotas fueron invitados a conocer el portaaviones, flotante ciudad de la muerte, y casi se matan. El avión que los llevaba aterrizó mal y quedó con un ala en el agua.

Gracias a la visita, nos enteramos de que este portaaviones ha costado 4.500 millones de dólares. Según los cálculos de Unicef y de otros organismos de las Naciones Unidas, con tres portaaviones como el Nimitz se podría dar comida y remedios, durante un año, a todos los niños hambrientos y enfermos del mundo, que están muriendo a un ritmo de treinta y seis mil por día.

MANO DE OBRA. No sólo el terrorismo islámico tiene sus «durmientes»: también el terrorismo de Estado. Uno de los protagonistas del Plan Cóndor en los años de las dictaduras militares en América del Sur, el coronel Manuel Cordero, ha declarado que la guerra sucia «es la única manera» de combatir al terrorismo, y que son necesarios los secuestros, las torturas, los asesinatos y las desapariciones. El tiene experiencia, y ofrece su mano de obra.

El coronel dice que escuchó los discursos del presidente Bush, y que así será la tercera guerra mundial que está anunciando. Lamentablemente, escuchó bien.

ANTECEDENTES. Como el coronel, también el embajador tiene experiencia. John Negroponte, representante estadounidense en las Naciones Unidas, amenaza con llevar la guerra «a otros países», y sabe de qué habla.

Hace unos años, él llevó la guerra a América Central. Negroponte fue el padrino del terrorismo de los contras en Nicaragua y de los paramilitares en Honduras. Reagan, el presidente de entonces, decía lo mismo que ahora dicen el presidente Bush y su enemigo Bin Laden: vale todo.

VÍCTIMAS. Esta nueva guerra, ¿se hace contra la dictadura talibán o contra el pueblo que la padece? ¿Cuántos civiles asesinarán los bombardeos?

Cuatro afganos, que trabajaban para las Naciones Unidas, fueron los primeros «daños colaterales» de los que se tuvo noticia. Todo un símbolo: ellos se dedicaban a desenterrar minas.

Afganistán es el país más minado del mundo. Bajo el suelo hay diez millones de minas listas para matar o mutilar a quien las pise. Muchas fueron plantadas por los rusos, cuando la invasión, y muchas fueron plantadas, contra los rusos, por donación del gobierno de Estados Unidos a los guerreros de Alá.

Afganistán nunca ha aceptado el acuerdo internacional que prohíbe las minas antipersonales. Estados Unidos, tampoco. Y ahora las caravanas de los fugitivos intentan escapar, a pie o en burro, de los misiles que llueven desde el cielo y de las minas que estallan desde la tierra.

DESGARROS. Rigoberta Menchú, hija del pueblo maya, que es un pueblo de tejedores, advierte que estamos «con la esperanza en un hilo».

Y así es. En un hilo. En el manicomio global, entre un señor que se cree Mahoma y otro señor que se cree Buffalo Bill, entre el terrorismo de los atentados y el terrorismo de la guerra, la violencia nos está destejiendo.

martes, septiembre 13, 2005

Inés Pírez de Castro. La reina post-mortem de Portugal

Hablaremos de Inés Pírez de Castro es una historia un poco macabra en algún punto. Es un episodio que tuvo lugar primero en españa, y luego en Portugal asique vamos a ubicarnos a mediados del siglo XIV. Inés Pírez de Castro nació de España en el año 1.320, era la hija del noble español Pedro Fernández de Castro y de su esposa, una portuguesa llamada Beatriz, que era la sobrina preferida del por entonces rey de Portugal Denis I "el laborioso".
Cuentan que Inés era muy hermosa. Inés tuvo la mejor educación, hablaba perfectamente el latí, el francjs, y el hebreo, y escribía poemas. Inés fue asediada por infinidad de muchachos que la querían como esposa, pero lo cierto es que no estaba destinada para ser la consorte de un noble cualquiera, y los caballeros fueron expulsados de su entorno por su papá, el ya citado Pedro Fernández de Castro. Un buen día se le informó a Inés que había sido seleccionada para viajar a Portugal como dama de compañía de su prima Constanza de Castilla que se iba a casar con Pedro, el heredero del trono portugués e hijo del rey Alfonso IV "el bravo".
El citado Denis I "el laborioso" había muerto ya, cuando Inés tenía cinco años. Cuenta la crónica que antes de emigrar a Portugal como dama de compañía una gitana leyó la mano de Inés, y estalló en llanto. La gitana le suplicó a Inés que no se fuera porque le esperaba und estino horrible. Pero Inés, desde luego, no pod1a contrariar la decisión de sus mayores nada más que por el vaticinio de una gitana, e inició la marcha. En 1.340 Inés llegó con su prima Constanza a Portugal y allí sucedió algo que vino a complicarlo todo. Como se sabe Constanza era la que iba a casarse con Pedro, el heredero, pero Inés vio a Pedro y se enamoró. Parce que estaba tomando una sopa cuando lo vio por primera vez. Pedro era un muchacho alto, bien parecido. Y ella quedó tan impactada por la belleza del futuro consorte de su prima, que se tiró la sopa hirviendo encima. El príncipe le ofreció su ayuda, Inés salió corriendo de verguenza.
Dicen que Constanza, es decir la prometida de Pedro, se dio cuenta de que su prima estaba enamorada, también notó que Pedro miraba a Inés con entusiasmo, pero el cariño que se tenían las primas evitó cualquier conflicto.
Finalmente hubo boda entre Constanza y Pedro, tuvieron dos hijos, pero en el segundo parto Constanza murió. El duelo del príncipe Pedro duró poco. Apenas unos días despué de las muertes de Constanza, Pedro e Inés se hicieron amantes. Con tal entusiasmo que en cuatro años tuvieron cuatro hijos. Pero sobrevino un conflicto el papá de Pedro, el rey Alfonso "el bravo", temió que el príncipe en su enamoramiento apartara de la sucesión a los hijos que había tebido con Constanza, que eran ciertamente los hijos legítimos. Temía que los parientes españoles de Inés tuvieran influencia sobre el gobierno de Portugal cuando Pedro fuera rey, en fin... preocupaciones de índole política.
Sucedió entonces que Alfonso "el bravo", el papá de Pedro en complicidad con el hijo mayor que Pedro había tenido con Constanza, que se llamaba Fernando, tramó la muerte de Inés. Entonces contrataron a tres sicarios en el año 1.355. Los nombres de los sicarios son éstos ( no le tengo miedo a la denuncia): Pedro Cohelo ( no confundirel parónimo Pablo, que es culpable pero de otros de crímenes), Diego Lopez Pacheco, y Alvaro Gonzalez. Estos tres hombres fueron a Coimbra, donde estaba instalada Inés y la asesinaron a puñaladas. Cuando Pedro encontró el cadaver de su amada se volvió loco de dolor y furia, y entonces confesó que no era una simple concubina a la que se había dado muerte, sino a legítima esposa ya que, según dijo, se habían casado en secreto inmediatamente después de la muerte de Constanza.
Iracundo Pedro, que era príncipe de Portugal, tomó las armas y organizó una rebelión contra su padre, intervino la reina( la mamá de Pedro) y evitó la guerra, consiguió una paz, más bien, precaria. En 1.357 agobiado por la culpa y por el odio que le demostraba su hijo el rey Alfonso murió, y Pedro subió al trono como Pedro I. Sus medidas iniciales, que fueron de venganza, hicieron que se le diera el nombre de Pedro "el severo" y también Pedro "el cruel". Sucedió que los asesinos de Inés se habían refugiado en Castilla. Lamentablemente para esos esbirros en Portugal se habían refugiado unos enemigos del rey castellano, que casualmente también se llamaba Pedro, y que también le decían "el cruel". Entonces se hizo un intercambio de indeseables y los matadores de Inés llegaron a manos de Pedro que desde luego les dio una muerte convenientemente horrorosa.
Pedro fue un hombre amargado que extrañaba a su querida de tal forma que cuaqndo fue coronado ( y aquí el aspecto macabro de este relato) hizo que sus sirvientes exhumaran el cadaver de Inés, que le lanzaran perfumes, que lo vistieran con ricos ropajes, que le colocaran el anillo real, y le pusieran una corona para la ceremonia.
Dice la crónica: " Sentado el Rey en su trono, teniendo a su derecha el trono de doña Inés, los cortesanos fueron pasando uno a uno ante el cadaver y besándole la mano. Un gran silencio invadía la estancia sin atreverse a levantar los ojos al rey todos los nobles y religiosos juraron lealtad y respeto a la reina muerta.
Pedro observaba aquel desfile intentando adivinar algún movimiento de rechazo en lo cortesanos pero el terror a la venganza de Pedro era de tal magnitud que nadie eludió el beso a la finada. A pesar de que Pedro se entregó después a una vida licenciosa( es decir después del nuevo entierro de su amada), nunca logró olvidarla. Poco antes de su muerte Pedro pidió ser enterrado junto a ella en el monasterio de Alcobaça. Hoy esa tumba es objeto de peregrinación de los enamorados. "Inés" fue la última palabra que pronunció el Rey Pedro que murió después de gobernar diez años, cuando tenía apenas treinta y siete.