jueves, enero 06, 2005

LAS 10 IDIOTECES MAS ILUSTRES DE LA DECADA

Esto que van a leer no es de mi autoría, sino que su autor es Alejandro Doalina. Salió publicado hace muchos años atrás en la revista Humo®. Lo únco que hice fue cambiar el nombre de Mastrángelo( un árbitro de fútbol de la época), por el de Baldassi( un árbitro actual). Que lo disfruten.



No hay nada más difícil en estos tiempos que encontrar a un señor
dispuesto a admitir su ignorancia. Todo el mundo cree que es
obligación el tener opinión formada sobre cada uno de los aspectos del
universo. Por eso no es raro encontrar en cada pizzería muchachones
que -entre porción y porción- cuestionan las teorías de Darwin con la
misma autoridad con que podrían juzgar las últimas actuaciones de
Baldassi. Cualquiera opina sobre cualquier cosa. Todos son
entendidos.
Y si alguien comienza su discurso con un humilde "Yo de esto no
entiendo nada", no tardará en agregar un "pero" para luego despacharse
con el muestrario completo de sus ideas sobre la inmortalidad del
cangrejo. Uno se pregunta entonces, ¿cómo se hace para abarcar tanto?
¿Cómo se consiguen opiniones tan surtidas?
Hay dos procedimientos. El primero consiste en dedicar treinta o
cuarenta años a la tarea de adquirir sabiduría. Los resultados de este
método son, hay que reconocerlo, inciertos. El segundo procedimiento
es repetir lo que uno escucha por ahí. De este modo cualquiera puede
adueñarse de los pensamientos que más le gusten, sin tomarse el
trabajo de pensar, que es lo que mata. El mundo moderno -ya se sabe-
pone a nuestra disposición una amplísima gama de opiniones sueltas.
Están en los diarios. Se repiten por radio. Florecen en las charlas de
café. Y uno puede elegir la que quiera y repetirla como propia. Aquí
conviene detenerse un instante. Es evidente que en el inmenso stock
que mencionábamos hay de todo. Desde verdades irrefutables hasta
estupideces monumentales. Pero a la hora de elegir, la gente se decide
por los juicios más llamativos y detonantes. Y la verdad suele ser
austera y sencillita. Todo esto, la costumbre de repetir lo que se
oye, el ansia de sorprender y la pereza mental, han cimentado el éxito
y la consagración de un sinnúmero de disparates que andan de boca en
boca, como si fueran la flor del pensamiento moderno. Estas pavadas
son ya lugares comunes. Pero sus propagandistas las recitan como si
acabaran de inventarlas. El propósito de este trabajo es presentar una
colección incompleta de idioteces prestigiosas e intentar una somera
refutación de cada una de ellas.



1. Ay, todo es política
Argumento que suelen usar los señores politizados cuando uno les
confiesa que la política no le interesa. Sus sostenedores explican que
todas las cosas se interaccionan y que hasta los hechos más baladíes
tienen su connotación política. Por ejemplo, comer un helado puede ser
un hecho político si se piensa que quienes no tengan el dinero para
comprarlo pueden sentirse víctimas de una injusticia. Este mismo
razonamiento puede servir también para demostrar que todo es zoología
o que todo es aritmética o que cualquier cosa es cualquier
cosa y viceversa. No hay que llevar la metáfora hasta sus últimas
consecuencias. Hay cosas que son política y otras que no lo son. Por
ejemplo, el tango "El taita del arrabal" no es política.


2. Ay, todo es psíquico
Proposición que atribuye todos los males del cuerpo a los desórdenes
mentales que padecemos. ¿Le duele a uno la cabeza?: son los nervios.
¿Le pica a uno la nuca?: es la ansiedad. ¿Vomita uno como un cerdo?:
está somatizando.
Refutación: conozco centenares de personas de mente sana que sufren
dolores en los lugares más destacados del cuerpo humano. No es
necesario estar loco para apestarse.

3. Ay, en el fútbol ya no hay equipos chicos
Refutación: vaya a ver un partido entre All Boys y Platense en la
cancha de Argentinos Juniors y después me cuenta.

4. Ay, nadie es imprescindible
Frase que le sueltan a uno cada vez que abandona una empresa, un
trabajo o un cumpleaños. Parece significar que todas las personas son
la misma cosa y que cualquiera puede ocupar los lugares vacantes.
Refutación: siempre hay algo para lo cual solamente sirve una
determinada persona. Por ejemplo, para protagonizar el show de Frank
Sinatra, es indispensable Frank Sinatra.

5. Ah, el público es exitista. Cuando uno ganan lo aplauden y cuando
pierde lo silban
Y está muy bien. De lo contrario no existirían diferencias entre los
genios y los troncos. Peor sería que siempre aplaudieran. O que
siempre silbaran. O lo que es peor: que aplaudieran al que pierde y
silbaran al que gana.

6. Si de noche lloras por el sol, las lágrimas te impedirán ver las
estrellas.
Frase que han consagrado los posters y que se pronuncia contra el
llanto y la tristeza. Hace milenios, en Grecia, un pedante vio a Solón
llorar amargamente por su hijo muerto.
-¿Por qué lloras -le dijo- si de nada te servirá?
-Por eso -contestó Solón- porque de nada me servirá.
Hay que aprender a llorar y a comprender que la vida no es una
kermesse.

7. Gardel murió justo a tiempo
Opinión que parece reducir las virtudes gardelianas a una muerte
oportuna. La refutación corre por parte del propio Gardel en
cualquiera de sus discos.

8. Hay que tomar las derrotas con filosofía
Cuando uno oye esto, supone que después de perder al truco, es
necesario leer a Spinoza o meditar la posibilidad del conocimiento.
Sin embargo, lo que en realidad quiere decirse es que hay que
consolarse ante el infortunio. Con lo cual viene a descubrirse que
para algunas personas la filosofía es el consuelo. Yo pienso más bien
lo contrario.

9. Sobre gustos no hay nada escrito
Refrán lamentable que suelen utilizar los amantes del naranjín con
cerveza y las camisas con lentejuelas.
En realidad sobre gustos se ha escrito mucho. Y hasta hay escritores
que no han abordado jamás otro tema. Es cuestión de leer, nada más.

10. Hay que ser amigo de los hijos
Disparate que tiene su origen en un cierto verso del Martín Fierro,
cuya negligente lectura puede sugerir que un amigo es más que un
padre. En verdad cuesta trabajo imaginar a un señor que sale junto a
su hijo a tocar timbres y patear tachos de basura. Creo que lo mejor
es ejercer la alta dignidad de padre o de madre, con toda
la jerarquía que esto presupone. Los amigos pueden fallar. Los padres
no.

Hay más tonterías ilustres: "Yo tengo mi propio código moral". "El que
va al hipódromo por primera vez, gana". "Castillo con Tanturi cantaba
bien". "Los norteamericanos tiene un plato volador con los cadáveres
de sus tripulantes". "Los humoristas son gente triste".
Todas estas cosas se oyen mil veces por día. Es un buen momento para
empezar a combatirlas.
Para eso es necesario sacudir las telarañas de los sesos y pensar bien
lo que uno dice. Y cuando se da el frecuente caso de no tener nada que
decir, a callar. Que siempre es mejor visto un pajarón silencioso que
un vivo macaneando. Buen provecho.

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